ARTÍCULO DE OPINIÓN SOBRE EL TEMA
“EL TRABAJO POR PROYECTOS. CONCEPTOS Y
PRINCIPIOS BÁSICOS”
“Dime
y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo comprendo”
Benjamin Franklin (1706-1790)
Mantener a los estudiantes
comprometidos y motivados constituye hoy en día un gran reto incluso para los
docentes más experimentados. La investigación evidencia que existen prácticas
que estimulan una mayor participación del alumnado. Estas prácticas implican
dejar de lado la enseñanza mecánica y memorística tradicional para implicarse
en un trabajo más retador y complejo que desarrolle un enfoque transdisciplinar
y estimule el trabajo cooperativo. El aprendizaje basado en proyectos incorpora
estos principios.
Utilizar proyectos como
parte del currículo no es un concepto nuevo y los docentes los incorporan con
frecuencia a sus planes de clase. Pero la enseñanza basada en proyectos es
diferente: no es un complemento, sino una estrategia educativa integral
(holística), un proceso de aprendizaje que incrementa notablemente el compromiso
de los estudiantes y su retención del conocimiento.
No se puede esperar la
misma reacción en los estudiantes si son considerados como audiencia que si se
les concede protagonismo. Y difícilmente serán protagonistas si el trabajo
escolar es ajeno a sus intereses. Superar el aprendizaje entendido como una
sencilla acumulación memorística de datos es uno de los principales motivos que
justifican el trabajo por proyectos.
Este concepto se vuelve
todavía más valioso en la sociedad actual en la que los maestros trabajan con
grupos de niños que tienen diferentes estilos de aprendizaje, antecedentes
étnicos y culturales y niveles de habilidad. Un enfoque de enseñanza uniforme
no ayuda a que todos los estudiantes alcancen estándares altos; mientras que un
enfoque basado en proyectos se construye sobre las fortalezas individuales de
los estudiantes y les permite explorar sus áreas de interés dentro del marco de
un currículo establecido. No basta con adquirir ciertos conocimientos sino que
se le invita al alumnado a que desarrolle sus propias ideas al respecto.
Esta estrategia de enseñanza,
centrada en los intereses y preocupaciones de los alumnos, constituye un modelo
de instrucción auténtico que los involucra de forma activa en la planificación,
ejecución, presentación y evaluación de experiencias dialogadas de aprendizaje
que tienen aplicación en el mundo real más allá del aula, y les permite aprovechar
en su vida diaria las habilidades y conocimientos adquiridos en clase, logrando
una mejor adaptación individual y social.
Las estrategias de instrucción
basada en proyectos tienen sus raíces en la aproximación constructivista que
evolucionó a partir de los trabajos de psicólogos y educadores tales como Vygotsky,
Bruner, Piaget y Dewey. Desde el constructivismo se observa el aprendizaje como
el resultado de construcciones mentales; esto es, que los niños aprenden
construyendo nuevas ideas o conceptos, basándose en sus conocimientos actuales
y previos.
Lo más importante es que los
estudiantes encuentran los proyectos divertidos, motivadores y retadores porque
desempeñan en ellos un papel activo, pues les permite seleccionar los temas que
más les interesan y que son importantes para sus vidas. El compromiso y la
motivación posibilitan el alcance de logros importantes. Cuanto más involucrados
estén los estudiantes en el proceso, mejor retendrán y asumirán la
responsabilidad de su propio aprendizaje.
Los principales beneficios del
aprendizaje basado en proyectos incluyen un notable aumento de la motivación,
la adquisición de una gran variedad de habilidades y de competencias tales como
colaboración, planificación de proyectos, toma de decisiones y manejo del
tiempo. Mediante los proyectos, los estudiantes utilizan habilidades mentales
de orden superior en lugar de memorizar datos de contextos aislados sin
conexión con su aplicación en el mundo real.
Además, el aprendizaje
colaborativo permite a los estudiantes compartir ideas entre ellos, expresar
sus propias opiniones y negociar soluciones, habilidades necesarias en su
futuro profesional. Aumenta sus habilidades sociales y de comunicación, y sus
habilidades para la solución de problemas, lo que también favorece su autoestima.
Buena
parte de la sociedad se encuentra anclada en una vieja racionalidad que hoy
resulta simplista y rígida. Los planteamientos derivados de la sociedad
industrial ya no nos sirven en la actual sociedad de la información y del
conocimiento. Esta se basa en una nueva racionalidad que demanda cambiar
radicalmente la manera de razonar heredada del pasado, su memorismo normativo,
su reproducción simple, y sustituirlo por la cooperación, el sentido de la
responsabilidad, la capacidad de relacionar unas cosas y fenómenos con otros y
así descubrir en todo momento los brotes emergentes de lo nuevo.
Por primera vez en la historia, nos encontramos con que el
ciclo de renovación del conocimiento es más corto que el ciclo de la vida del
individuo: lo que aprendemos para formarnos no nos servirá para toda la vida.
En este contexto, el trabajo por proyectos constituye una nueva concepción
educativa y del conocimiento que implica reconsiderar la función de la escuela.
Resulta absurdo vincular la educación exclusivamente al aprendizaje de
contenidos que, en buena parte, van a quedar obsoletos.
La idea del currículo como una construcción que puede
llegar a ser completa y acabada es una idea heredada de paradigmas anteriores
que no tiene mucho sentido en la era de la Wikipedia, cuando la construcción
del conocimiento se lleva a cabo por expertos no legitimados por el sistema
académico hegemónico, se realiza de forma horizontal en vez de vertical y no
termina nunca, no tiene final.
Hay que descartar la idea del currículo como objeto. Debe considerarse como un proceso, como algo en permanente
construcción en vez de algo cerrado, como algo que se construye entre todos en
vez de como algo que construye solo el docente. Programar por objetivos no
tiene sentido; impide que lo inesperado y la sorpresa entren en el aula.
Es importante
tener en cuenta lo que sucede fuera de la escuela, las transformaciones
sociales y en los saberes, la apertura hacia los conocimientos que circulan
fuera del aula y que van más allá de los contenidos especificados por el
currículo básico. Debemos aprender a procesar el ingente volumen de información
que recibimos, reconocer las diferentes versiones de un hecho y plantear
hipótesis sobre las consecuencias de esta pluralidad de puntos de vista. Para
comprender el mundo en el que vivimos tenemos que saber cómo acceder, analizar
e interpretar la información.
En el trabajo
por proyectos se replantea la función docente como la de un facilitador que
ayuda a problematizar la relación de los estudiantes con el conocimiento, en un
proceso en el que el profesor actúa como aprendiz. Permite desarrollar una
actitud investigadora que ayuda a los estudiantes a dar sentido a sus vidas
(aprender de ellos mismos) y a las situaciones del mundo que les rodea (de lo
local a lo global); contribuye a expandir el conocimiento de los alumnos y a
responsabilizarles de la importancia de aprender de los otros y con los otros.
Todo ello
favorece el desarrollo de estrategias cognitivas
complejas y de competencias de indagación, interpretación y presentación del
proceso seguido al estudiar un tema o un problema, que por su complejidad
favorece el mejor conocimiento por parte de los alumnos y los docentes de sí
mismos y del mundo en el que viven.
Los proyectos
pueden contribuir a favorecer en los estudiantes la adquisición de competencias
relacionadas con la construcción de la propia identidad; el desarrollo de sus
iniciativas y sus estrategias; la utilización creativa de recursos; el pensamiento
crítico y divergente; la toma de decisiones; la asunción de responsabilidades;
la comunicación interpersonal y la asertividad, es decir, saber comunicar las
ideas y sentimientos o defender sus legítimos derechos sin agredir, pero sin
dejar que la propia voz sea silenciada por quienes más gritan o proyectan
formas de exclusión.
Dado que este
proceso basado en el intercambio y en la interpretación de la actitud hacia el
aprendizaje de cada alumno es singular, no puede reducirse a una fórmula que
pueda aplicarse de manera repetida. Sólo puede abordarse desde una mirada
diferente sobre la realidad escolar y desde otra forma de acercarse al conocimiento
que se construye en la escuela.
Esta estrategia
de enseñanza exige cambios y grandes dosis de osadía por parte de las
autoridades, los docentes, las familias y los alumnos. Cambios necesarios y urgentes,
pues la comunidad educativa no puede seguir instalada de manera confortable en
una concepción obsoleta del saber. Debe asumir los nuevos desafíos.
Valencia, 11 de enero de 2015
Referencias Bibliográficas Remixeadas
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